La Cuaresma es una época en la que muchas personas en España optan por evitar las carnes rojas y consumir más pescado y marisco. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre el impacto que esto tiene en los océanos y en nuestra salud.

La industria pesquera es una de las más destructivas del planeta, y los animales marinos son los más explotados dentro del sistema alimentario actual. La mejor manera de evitar contribuir a este problema es, y siempre será, dejar de consumirlos.

La pesca industrial captura de forma indiscriminada a millones de peces, crustáceos y otros seres marinos cada año. Además, no solo afecta a las especies objetivo, sino que también provoca la muerte de delfines, tortugas y tiburones atrapados accidentalmente en las redes.

Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), más del 34% de las poblaciones de peces están sobreexplotadas, lo que significa que se pescan a un ritmo mayor del que pueden reponerse.

Otro grave problema es el de las redes de pesca abandonadas, conocidas como redes fantasma. Se estima que cada año acaban en el océano 640.000 toneladas de aparejos de pesca, contribuyendo a la contaminación y atrapando miles de animales que mueren innecesariamente.

Además, la pesca de arrastre destruye los fondos marinos y los ecosistemas oceánicos, arrasando hábitats esenciales para muchas especies. Reducir el consumo de productos del mar es una forma efectiva de dar a los océanos una oportunidad de regenerarse.

Sustituir los productos del mar por opciones vegetales no solo es un acto de respeto hacia los animales y el planeta, sino que también aporta beneficios para la salud.

Menos Toxinas y Metales Pesados:

Los peces acumulan mercurio y otros contaminantes que pueden afectar al sistema nervioso y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, según la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA).

Menos Grasas Saturadas:

A diferencia de los pescados grasos, las legumbres y otros alimentos vegetales aportan proteínas sin los efectos negativos de las grasas saturadas, relacionados con problemas de salud cardiovascular.

Más Fibra y Antioxidantes:

Alimentos como garbanzos, lentejas o alubias no solo son ricos en proteínas, sino que también contienen fibra, que favorece la digestión y ayuda a regular el azúcar en sangre.

Para ayudarte en esta transición, hemos preparado recetas inspiradas en la gastronomía costera, pero 100% vegetales.

Descubre lo fácil, rico y sostenible que es elegir una alimentación libre de crueldad. ¡Únete al cambio!

¿Sabías que los peces tienen ese sabor característico porque se alimentan de algas? Pues aquí está el secreto: en lugar de consumir animales marinos, podemos ir directo a la fuente y aprovechar el delicioso toque marino de las algas para condimentar nuestros platillos sin crueldad alguna. Con este sazonador, puedes dar un toque oceánico a sopas, arroces, ceviches vegetales y mucho más, de manera sencilla y sostenible.

Ingredientes:

  • 15 hojas de alga nori
  • 2 cdas. de sal
  • 1 cda. de ajo granulado

Preparación:

Tritura las algas en la licuadora hasta obtener un polvo fino, mezcla la sal, alga y ajo en polvo. Vacía en un recipiente de vidrio hermético.

Estas croquetas son una opción deliciosa, ideal para toda la familia y una excelente alternativa vegetal al pescado. ¡A los más pequeños les encantarán!

Ingredientes:

  • 2 patatas grandes, cocidas
  • 2 hojas de alga nori, cortadas en tiras finas
  • 1 cda. de caldo vegetal en polvo
  • 1 cdita. de sal
  • 1 cda. de ajo en polvo
  • 1 cdita. de cebolla en polvo
  • 3 cdas. de linaza molida
  • 4 cdas. de agua
  • ½ taza de harina de trigo para rebozar
  • 2 tazas de pan rallado
  • 4 cdas. de agua Aceite para freír
  • Kétchup y cebollino para acompañar
  • Espinacas al gusto

Preparación:

Machaca bien las patatas y mézclalas con las tiras de alga nori. Agregue el ajo en polvo, el caldo vegetal, la cebolla en polvo y 1 cucharada de linaza molida. Remueve hasta integrar bien todos los ingredientes.

Humedece ligeramente tus manos y divide la masa en porciones del tamaño de una pelota de ping-pong. Da forma de croqueta compactándolas bien.

Extiende la harina en un plato y pasa las croquetas por ella, presionando ligeramente para que queden bien compactas. Llévalas al congelador durante 15 minutos.

En un bol, mezcle las 3 cucharadas restantes de linaza molida con el agua y la sal. Remueve bien y deja reposar 10 minutos hasta que espese.

En un plato grande, extiende el pan rallado. Saca las croquetas del congelador y pásalas primero por la mezcla de linaza y luego por el pan rallado, presionando bien para que se adhiera. Vuelve a congelarlas durante 15 minutos más

Caliente suficiente aceite en un cazo pequeño. Cuando esté bien caliente, baje el fuego a medio y fríe las croquetas en tandas de dos, dorándolas por ambos lados. Retíralas y colócalas sobre papel absorbente

Acompaña las croquetas con kétchup, cebollino picado y una base de espinacas frescas

Consejo: Si prefieres una versión más ligera, puedes hornearlas a 200°C durante 20-25 minutos, dándoles la vuelta a la mitad de cocción.

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